La vi de reojo pero
se quedó grabada en mi memoria. Desde aquel momento paso por el mismo sitio a
la misma hora todos los días pero no la veo. No me la quito de la cabeza, debo
encontrarla para detener esta obsesión. Apenas estoy en casa pues cuando me
despierto me voy a intentar encontrarla, hace tiempo que olvide en qué momento
del día fue cuando la vi así que simplemente paso el tiempo buscándola.
Recuerdo ese pelo
castaño puro, es como si pudiera ver el otoño retratado en él. Cada vez que me
levanto y miro al cielo veo sus dos ojos reflejados, esa tez blanca tan hermosa
y ese aire de inocencia mezclado con el olor a rosas que desprendía. Pómulos
rosados como si de un dibujo animado se tratara, esos labios pequeños que
esconden una sonrisa disfrazada de seriedad, dios como necesitaba encontrarla.
Paso ligero, probablemente llegaba tarde a algún lado, el sonido de esos
tacones se me quedó sonando en mis oídos todo ese día. Se cuidaba, estaba en
forma, se le notaba al andar y en el andar, en esas piernas que tantas noches
me embobaron ensoñándolas.
Nunca creí que todo estaba escrito, que todos estábamos
destinados a algo y alguien, al menos el yo de ahora. Pero al verla a ella
sentí que estábamos conectados de alguna manera, que si no había nada escrito
entre nosotros debíamos empezar a escribir las primeras letras.
“No es muy probable
que encuentres a quien tan desesperadamente buscas”, con esa frase decidí dejar
a la chica en paz. Quizás no estaba hecho para ella o al igual no lo estaba
ella pero daba igual. No es la primera vez que alguien me dice que lo deje ir,
que vendrá solo. Yo siempre decía que lo sabía cuando eso no era cierto, me mentía,
por mi bien. No fue hasta los últimos meses que aprendí a dejar pasar cosas, a
ser feliz.
Siempre tendré la
imagen de ella en mi cabeza cuando quiera recordarla, es una buena imagen, lo
bueno es que en mi mente esa imagen viene acompañada de una canción y una
frase. Así clasifico mis imágenes, por frases de canciones.
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